por Sergio Ruiz Cayuela y Sean Farmelo

Cooperación Birmingham fue concebido en 2019 por un grupo de vecines inspirades por la visita de una delegación de Cooperación Jackson. Nuestro proyecto tenía como objetivo sentar las bases de una economía solidaria en la ciudad y desarrollar infraestructuras materiales que permitieran prosperar a las comunidades locales de forma autónoma. Para ello, trazamos un plan que consistía en ir consolidando una red local, desarrollar un modelo participativo e iniciar gradualmente nuestras actividades durante 2020. Sin embargo, cuando estalló la pandemia del Covid-19, decidimos acelerar el proceso y empezar Cooperación Birmingham como una red de apoyo mutuo especialmente diseñada para cubrir a aquellas personas que necesitaban confinarse y no tenían medios para subsistir. El espacio cooperativo Warehouse Cafe, situado en el centro de la ciudad, sirvió como base de operaciones, y muches de sus trabajadores se unieron a Cooperación Birmingham. Tomando como inspiración el eslogan “nos cuidamos unes a otres”, y ante la inacción inicial del gobierno británico, tomamos colectivamente la decisión de confinarnos y desarrollamos nuestro propio protocolo de seguridad y salud.

Durante nuestro primer año de vida nos centramos principalmente en impulsar una cocina solidaria que, situada en la cooperativa Warehouse Cafe y abastecida con donaciones, logró repartir más de 20,000 comidas a personas confinadas por toda la ciudad. Nuestro lema era: “No hacemos preguntas y no aceptamos dinero”. También comenzamos un proyecto de fabricación de mascarillas protectoras y un boletín informativo. Y lo más importante, construimos una red de más de 200 participantes que realizaron tareas como cocinar, repartir, gestionar llamadas telefónicas e incorporar nuevos miembros, entre otras actividades. Decidimos no situarnos bajo el paraguas de “Apoyo Mutuo Covid 19” que se hizo muy popular en Reino Unido y, en su lugar, fundamos Cooperación Birmingham. Al hacer esto, nuestro objetivo era cambiar el enfoque más allá de la respuesta inmediata a la crisis. Queríamos mostrar que, si bien nacida de una necesidad extrema en tiempos de pandemia, Cooperación Birmingham aspiraba a ser una organización duradera para articular prácticas de puesta en común emancipadoras y autónomas.

En nuestra primera Asamblea General Anual en marzo de 2021 aprobamos convertirnos en una organización de miembros y desarrollar un modelo confederado a largo plazo que comenzaría con dos nuevos proyectos: un nuevo café solidario y una cooperativa de comunicación. Esto nos permitirá perseguir nuestro objetivo de crear espacios e infraestructuras cooperativas de manera democrática, brindando beneficios mutuos a los miembros que participan en el proyecto y creando conciencia sobre nuestro proyecto y las perspectivas de cooperación en la ciudad.

Apoyo mutuo y respuesta a la crisis

Al comienzo de la pandemia, el concepto de apoyo mutuo alcanzó una popularidad casi viral: se iniciaron grupos vecinales en todo el Reino Unido para facilitar la provisión de alimentos y medicamentos a todes aquelles que necesitaban confinarse. Sin embargo, estos grupos se crearon en un vacío estructural. De forma general, estas redes locales no fueron planificadas pensando en el largo plazo o la estructura cooperativa, ya que ello requiere un alto nivel de previsión y conocimiento sobre gobernanza democrática. Esta falta de planificación provocó que la actividad de los grupos de ayuda mutua en todo el país disminuyera después de los primeros meses de pandemia, a pesar de que las condiciones de pobreza, las dificultades de aprovisionamiento y la necesidad de confinarse persistieron para muches.

Durante el periodo de máxima actividad, cientos de miles (si no millones) de personas participaron activamente de una forma u otra en grupos de apoyo mutuo. Estas estructuras y redes de reciente formación fueron capaces de sostenerse gracias a numerosos programas de financiación pública y generosas donaciones de particulares. Sin embargo, a pesar de contar con un acceso relativamente fácil a recursos materiales, las redes de apoyo mutuo vieron su potencial transformador socavado por las subjetividades liberales de muchos voluntarios, que llevaron consigo la idea dominante de ayuda al prójimo en forma de “caridad”. Esto a menudo resultó en una falta de comprensión de las formas democráticas y la creación de jerarquías internas sin oposición alguna, una visión materialista y utilitaria de la ayuda mutua, y una falta de consideración de las estructuras más amplias de opresión y desigualdad.

Con la creación de Cooperación Birmingham quisimos problematizar este liberalismo latente en el movimiento y articular una respuesta a la crisis que tuviera contenido político y fuera capaz de poner el bien común en el centro. Algunes de nuestres miembros estaban influeciades por la tradición de apoyo mutuo y autodefensa que comenzó en los Estados Unidos con el huracán Katrina. Otres teníamos experiencia previa en el movimiento cooperativista y en organizaciones políticas de base. Con estos antecedentes, concebimos Cooperación Birmingham en torno a la idea del común y valores específicos como la solidaridad, el cuidado y la democracia directa. Nuestro objetivo era incorporar estos valores en las prácticas cotidianas de la organización.

En Cooperación Birmingham apostamos por prácticas de apoyo mutuo con el potencial para promover interacciones personales que rompieran con la clásica mediación jerárquica entre “donante caritativo” y “persona vulnerable”. Nuestro pensamiento fue que una estructura organizativa abierta y democrática tiene el potencial de abrir una vía entre ambas posiciones que nos lleve a la construcción de poder popular en nuestras comunidades. Sin embargo, la incorporación de nuevos integrantes, con muchas ganas de ayudar pero poco interés por participar en la toma de decisiones colectiva, resultó ser todo un desafío. Con el fin de crear un terreno común para el debate y suavizar con mecanismos participativos el aparente choque de subjetividades, decidimos organizar una serie de reuniones en las que pedíamos sugerencias y críticas acerca del funcionamiento diario de Cooperación Birmingham. La idea funcionó hasta cierto punto. Las reuniones animaron a un par de participantes en las operaciones diarias a comenzar a asistir a las asambleas e involucrarse en los procesos de toma de decisiones de la organización. Sin embargo, mientras la pandemia avanzaba y las condiciones generales de vida empeoraban día a día, nuestras energías fueron absorbidas por el funcionamiento diario de la cocina solidaria y descuidamos la tarea de construir un terreno común entre las diferentes subjetividades presentes en Cooperación Birmingham.

Las condiciones de aislamiento que todes sufrimos durante la pandemia significaron que el proceso de incorporación de personas que cocinaban y repartían se realizaba en línea, dificultando la tarea de politizar a les nueves participantes en torno a los principios básicos de la organización. También tuvimos problemas a la hora de implicar a les destinataries de comida en la organización. El modelo que elegimos (comidas calientes entregadas directamente en la puerta), fue positivo porque nos permitió aprovechar las infraestructuras disponibles en el Warehouse Cafe, pero también contribuyó a reforzar la división entre participantes y destinataries, algo que esperábamos superar instaurando un modelo de participación abierto. Pero esto solo sucedió en contadas ocasiones. Una de las destinatarias de alimentos, por ejemplo, escribió un artículo para el boletín de Cooperación Birmingham, y otra comenzó a contribuir regularmente en el grupo de asistencia logística. Pero éstos fueron casos anecdóticos que, además, tampoco se tradujeron en una participación en los procesos de toma de decisiones.

Construyendo una organización confederada

Una de las semillas que se acabarían transformando en Cooperación Birmingham fue el grupo de Reproducción Social de Birmingham, en el que participaron varies de nuestres miembros. El objetivo del grupo, formado en su mayoría por hombres, era liberar a las mujeres de sus responsabilidades de cuidado para que tuvieran la posibilidad de participar de la vida política. Al mismo tiempo, también buscamos construir una cultura de solidaridad y apoyo mutuo entre los movimientos sociales de la ciudad. Las actividades impulsadas por el grupo consistieron principalmente en cocinar y cuidar de les niñes durante las huelgas feministas y un proyecto educativo asociado, y apoyar las manifestaciones climáticas de les jóvenes y los piquetes de diversas huelgas en la ciudad repartiendo comida casera entre les participantes. Esta experiencia nos ayudó a comprender que para que las luchas avancen, necesitan de estructuras de cuidado temporal que permiten una mayor participación política.

De forma similar, nuestra experiencia con el grupo de Reproducción Social también nos permitió entender que para que las estructuras autogestionadas perduren, es necesario alejarse de la pura espontaneidad y abogar en cambio por estrategias reflexivas y que cuenten con una amplia aceptación de diversos colectivos de la ciudad. Nuestras principales fuentes de inspiración fueron el municipalismo libertario de Murray Bookchin y el modelo comunal basado en la democracia directa practicado en la Revolución de Rojava en la última década. De hecho, varies miembros de Cooperación Birmingham están ampliamente familiarizades con este modelo, ya que participan activamente en estructuras de solidaridad con Rojava en el Reino Unido, y algunes incluso han viajado allí como voluntaries internacionales contribuyendo en las estructuras civiles.

Nuestro plan pre-pandemia consistía en iniciar Cooperación Birmingham mediante un proyecto de investigación social que nos permitiera entender nuestro rol de apoyo a las organizaciones existentes, pero también navegar las dificultades relacionadas con la cooptación en infraestructuras del estado y modelos caritativos. Sin embargo, debido a la velocidad de actuación impuesta por la pandemia, los hechos se precipitaron y esto aún no ha sido posible. Pero basándonos en nuestras experiencias compartidas en movimientos de base en la ciudad y la reversión del giro electoralista que trajo el “momento Corbyn”, pudimos determinar que había espacio para que la organización echara raíces.

Estamos construyendo las bases para que Cooperación Birmingham se consolide en una estructura que siga los principios del confederalismo democrático, en la que proyectos autónomos se integren en una organización más grande (cooperativa secundaria), y también en una visión más amplia de desarrollo y apoyo a las cooperativas. De esta manera, los problemas estructurales como la gestión financiera, la coordinación de la gobernanza y el conocimiento institucional pueden compartirse entre proyectos, en lugar de aislarse y duplicar esfuerzos; diferentes organizaciones y cooperativas pueden vincularse entre sí para optimizar recursos y beneficiarse de esta conexión estructural. El modelo confederado necesita crear mecanismos que aseguren un flujo de poder de abajo hacia arriba, en el que los principios básicos de toda la organización sean decididos colectivamente por los proyectos autónomos. Sin embargo, es importante destacar que los convenios colectivos deben ser respetados por todos los grupos autónomos, y deben existir herramientas para que toda la organización los haga cumplir.

Conclusión

La transición de respuesta a la crisis a un modelo confederado no ha sido fácil para Cooperación Birmingham. La perspectiva temporal nos permite reconocer una serie de errores críticos que podrían comprometer el futuro de la organización. Porque aunque siempre intentamos mantener una visión a largo plazo que nos dirigiera hacia la consolidación, inconscientemente priorizamos el éxito a corto plazo de la organización. Esto es principalmente visible en el énfasis que pusimos en las operaciones diarias de la cocina solidaria, lo que nos llevó a despreocuparnos por la falta de implicación de les nueves participantes en la reproducción organizativa y la toma de decisiones. Como hemos mencionado anteriormente, esto creó una polarización dentro de la organización entre un grupo central de organizadores previamente politizades y un grupo de participantes con subjetividades generalmente liberales. Las consecuencias de esta división todavía se están materializando, principalmente de dos formas.

Por un lado, la mayoría de les participantes ocasionales pensaban en Cooperación Birmingham como una organización benéfica más en la que hacer voluntariado, y no sentían apego por (o en muchos casos ni siquiera entendían) su estructura y valores particulares. En consecuencia, cuando pasaron los peores meses de la pandemia, volvieron a su vida normal y dejaron de contribuir a la organización, que vio cómo el número de participantes disminuía significativamente. Por otro lado, integrar a participantes liberales en una organización basada en la democracia directa sin realizar una formación previa o al menos enfatizar la naturaleza del proyecto resultó ser un grave error. Durante el período de transición, se generó un conflicto interno en el que un grupo de participantes tomó un área de actividad de la organización fuera del mandato democrático de Cooperación Birmingham, y han acabado escindiéndose para formar su propio proyecto. No solo han formado una estructura altamente jerarquizada y basada en el “voluntarismo”, sino que el proceso democrático fue completamente ignorado y las decisiones fueron tomadas de forma unilateral. Aún así, afirmaron ser parte de Cooperación Birmingham y esperaban ser apoyades por la organización.

La transición aún está en curso en Cooperación Birmingham, pero ya hemos podido aprender una lección muy importante y relevante para todas las organizaciones horizontales autogestionadas. Las instituciones del común no solo se hacen con recursos materiales e infraestructuras, necesitan personas capaces de gestionarlas colectivamente. El municipalismo radical tiene que prestar atención a dos dimensiones principales. Primero, luchar por la capacidad material que nos permita establecer modos alternativos de reproducción social. Y segundo, construir una cultura de participación en la que la mayoría de la población se sienta animada a participar en procesos de democracia directa. Nuestra experiencia en Cooperación Birmingham nos ha enseñado que no debemos priorizar ninguna de esas dimensiones, ya que funcionan simultáneamente y se refuerzan entre sí. No se trata solo de «tomar los medios de producción»; también necesitamos coproducir cosmovisiones alternativas que nos liberen del sentido común capitalista y normalicen las relaciones horizontales basadas en el apoyo mutuo, la cooperación y la solidaridad.

Todas las fotos por Sebastian Mikolajczak.